El refugio del vencejo

Es el aire: la libertad llevada al extremo, la que aprisiona como una cárcel de amor y odio; como el mar a la tierra, el sol al día, el fuego a la noche. Y al final, el resultado es el mismo: el refugio de la carcoma. Cada cual existiendo en su prisión inevitable y amada, gastando la vida en doblones de oro sin valor. Solo vale el brillo, la brisa en el sarmiento. No es el nombre, sino el apodo. Ahora, vuela —o arrástrate— por las galerías carcomidas del alma: el desenlace será el mismo, siempre incierto.

La Conjetura

A Juan Maldacena


Sólo una verdad necesitamos, ¿verdad, Eva?
Una verdad que abrace a todas las verdades.
El arte y el conocimiento la rozan,
viajan desde el horizonte de sucesos
hasta la íntima singularidad
donde la consciencia al fin colapsa.

Mientras tanto, nos queda conjeturar,
conjeturar con la verdad hermosa que necesitamos.